martes, 30 de enero de 2018
domingo, 3 de enero de 2016
La piedra de Jerusalén
Video realizado por MOVETE y Red de Acción Frente al Extractivismo-RAFE
Jerusalén es un corregimiento de Sonsón, en el Oriente antioqueño, amenazado con un nuevo desplazamiento por parte de Argos, Omiandina y Corona, para la extracción de calizas, en gran parte propiciadas por la construcción de grandes hidroeléctricas.
martes, 1 de diciembre de 2015
Video de las actividades de la tulpa juvenil en el 2015.
La Tulpa es entonces el lugar de reunión para conversar al calor de las llamas, es un espacio
cotidiano donde se teje la conversa, donde se reflexiona y se construye comunidad.
Hemos ido llenando también este nombre de contenido desde lo simbólico de pasar
del Rescoldo a La Tulpa, de nuevamente encender el rescoldo y tener una gran
llama que representa la perseverancia y entusiasmo con que hemos sabido trabajar.
La Tulpa ha venido trabajando en tres líneas generales de acción:
1. La educación popular: consideramos que es fundamental construir escenarios educativos
para la reflexión crítica, donde no se imponga la palabra sino que se procure la reflexión
colectiva y horizontal desde el diálogo de saberes. Es importante pensar desde nuestra realidad,
usar metodologías participativas y reflexionar sobre nuestra posición como sujetas y sujetos
políticos, asumiéndonos como participes de nuestro propio proceso de aprendizaje.
2. La reconstrucción de la memoria: le hemos apostado al reencuentro con pasado, reconociéndonos
fruto de una historia inmediata llena de violencias y opresiones, pero a su vez fruto
de una historia de esfuerzos y procesos de construcción populares. El encuentro con la memoria
es también el compromiso de liberar del olvido las voces silenciadas que tiene una
historia que contar, además de considerarla un gran aporte a nuestra identidad cultural.
3. La defensa y la construcción del territorio: nos hemos asumido como actores políticos y comunitarios
en el territorio, entendiendo este como un cumulo de relaciones entre un entorno
cultural y un espacio geográfico determinado. Hoy levantar la bandera de la defensa del territorio
es fundamental si se lee en clave histórica el permanente saqueo a que América Latina ha
sido sometida, abanderamos también la lucha por el reconocimiento de los ecosistemas como
entes vivos y creadores de vida que es necesario preservar para nuestra sobrevivencia, defendemos
a su vez las culturas campesinas y comunitarias forjadas y forjadoras de nuestro territorio.
El 24 y 25 de septiembre participamos del Festival del Agua del Oriente Antioqueño
convocado por el MOVETE y el foro subregional de la Cumbre Agraria Étnica y Po- pular, evento que nos permitió encontrarnos con otras y otros que se vienen pensan- do el territorio desde la organización popular, además de ser un escenario fundamental
para conocer las problemáticas de la región desde las voces mismas de los territorios,
tener un mapa general de la situación causada por los conflictos socio-ambientales
como resultado de la imposición de un modelo de desarrollo desde el gobierno nacio- nal y los grandes emporios económicos que sólo ofrendan muerte y saqueo para nues- tros territorios con su locomotora minero-energético; un encuentro donde la comuni- dad pudo debatir con la institucionalidad departamental y las autoridades ambientales
Era grato pensarse de nuevo en clave regional, entender nuestros problemas no de una manera
aislada sino precisamente como un territorio común que compartimos y que exige soluciones comunes,
retomar la tradición de lucha y resistencia que ha tenido el Oriente. Allí en la movilización
nace la consigna de La Tulpa, que más que una consigna representa una conclusión y un proyecto
político:
¡Vamos a las calles que el poder del pueblo construye su Dignidad!
Fragmentos de la Cartilla "Contar nuestra historia. Memorias de la Tulpa 2015"
lunes, 23 de noviembre de 2015
sábado, 21 de noviembre de 2015
Delegados de diversos municipios del Oriente antioqueño participaron en la Segunda Asamblea Nacional por la Paz. Convocada por la USO, El Ministerio del trabajo y la Universidad Nacional.
Apuntes para la paz
La arremetida de proyectos extractivos de desarrollo,
extensivos e intensivos en el uso de la
tierra, el agua y la naturaleza, altera sustancialmente las formas y los medios
de vida de las comunidades, quienes tienen una valoración distinta de sus
territorios. La mercantilización y financiarización de la naturaleza convierte
a los patrimonios ambientales de los pueblos en una fuente de conflictos con actores
corporativos que están propiciando nuevas formas de despojo.
Los mandatos del comercio internacional construyen una
división internacional del trabajo según la cual los países ricos en recursos
estratégicos para la reproducción del sistema económico deben especializarse en
su extracción y exportación. Los territorios son percibidos como proveedores de
minerales, biodiversidad, agua o energía, lo cual genera conflictos con las
comunidades locales, cuyos modos de vida son desconocidos por el capital trasnacional.
Oriente antioqueño
El Oriente de Antioquia es una zona rica en aguas. Tiene
9 grandes cuencas asentadas en la zona montañosa de la cordillera central
andina, donde confluyen los cañones y ríos Magdalena, Arma, El Buey, Piedras,
Aburrá, Porce, Nus, San Carlos, Samaná Norte y Sur, Cocorná Sur, Guatapé, Nare,
Calderas, Tafetanes y Río Claro. El caudal de agua en la zona es tan abundante
que equivale, aproximadamente a una tercera parte del río grande de la
Magdalena, el más importante de Colombia. Importantes fuentes de agua han sido
utilizados por las cinco hidroeléctricas que operan desde los 80 en la zona,
Guatapé, San Carlos, Jaguas, Playas y Calderas
Cuenta además con yacimientos de
metales preciosos, mármoles y calizas, materiales de construcción, materiales
industriales y arcillas.
Actualmente en el Oriente hay diferentes proyectos: 156
títulos mineros, extensas solicitudes que en algunos casos, como Nariño,
abarcan casi la totalidad del municipio; construcción de hidroeléctricas en
distinta escala: Se han otorgado licencias a más de 40 pequeñas centrales
hidroeléctricas y para el proyecto Porvenir II.
Considerando que el Oriente ha sufrido varios ciclos de violencia,
el más reciente hasta 2005, y que los procesos de retorno de las comunidades
desplazadas son recientes, la imposición de ese tipo de conflictos, en los
cuales se avala legalmente las expropiaciones, son una amenaza para la reconstrucción
del tejido social y la reconciliación en los territorios, en última instancia,
son una amenaza para la paz.
Tanto las hidroeléctricas, como las concesiones mineras generan exclusión
política y competencias culturales, convirtiéndose en una fuente potencial de
violencia agenciada por las prácticas corporativas del Estado. La paz no es lo
que nos dicen desde fuera, es lo que necesitamos para olvidar la violencia que
nos expulsó de nuestros hogares antes, es una decisión conciente de apegarse al
territorio para construir procesos de autonomía y dignidad.
Mismos que están siendo agredidos por los proyectos extractivos de
desarrollo. No puede construirse justicia social sin justicia ambiental,
financiarla con extractivismo, sinónimo de nuevas violencias y conflictos, éste
es incompatible con la democracia, la participación y la efectiva inclusión,
condiciones éstas que sumadas a la estructura agraria subyacen en la génesis
del conflicto armado en Colombia.
Reproduciendo estos elementos el país se encamina a una paz
precaria, cuyo significado podría ser otra forma de violencia. La paz tiene que
permitir la autodeterminación de los pueblos y reconocer los distintos modos de
vida y valoraciones. En un país megadiverso, no reconocer la diferencia y las
distintas valoraciones e imponer unas medidas estatales en pro del
extractivismo, apuntan a una paz monolítica y precaria, pues se acuerda por una
parte, por otra se despoja y se contamina.
Por eso creemos que como apuesta para una paz duradera y
sustentable es necesario descorporativizar las prácticas estatales, permitiendo
a los pueblos caminar hacia sus horizontes de futuro, así como reconocer a la
naturaleza como víctima del conflicto y proponemos:
·
La supresión de los batallones minero-energéticos.
·
La derogación de la normatividad que declara de utilidad pública e
interés general los proyectos extractivos, y darle prelación a lo consignado en
el código de Recursos Naturales: “La preservación y manejo de los recursos
naturales renovables también son de utilidad pública e interés social”. En este
punto incluimos al agua, la biodiversidad a las funciones ecológicas, al suelo,
y por esto mismo, al subsuelo, parte del sistema natural del cual hacen parte
los otros elementos mencionados, y por lo tanto, indisociable de su equilibrio.
·
La declaratoria de inexequibilidad de normas que atenten contra la
autodeterminación municipal, como el artículo 37 del código de Minas.
·
El reconocimiento de los derechos del campesinado.
·
La efectiva participación de las comunidades en las decisiones que
pueden alterar sustancialmente sus formas de vida: Participar no equivale a
informar o socializar.
·
Aumento del cobro de las tasas de agua y energía para las empresas
extractivas y otras formas de subsidio de las mismas.
·
No construcción de represas en zonas donde ha habido conflicto
armado.
Comprensión de la dimensión ambiental como componente del conflicto.
Todos nos
beneficiamos de los bienes comunes, nuestra paz no puede escindirse de la
gestión de estos, por lo cual, creemos que una pedagogía para la paz debe
operar en varios sentidos, no solamente hacia las comunidades, sino también
vincular a las corporaciones a este proceso, pues su accionar es el epicentro
de la fragilidad del proceso de paz, dándole una efectiva y real participación
a las comunidades.
Por el agua, la vida y el territorio, ¡MOVETE pues!
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